miércoles, 4 de junio de 2008

TÉCNICAS DE INTERVENCIÓN PARA EL CONTROL DE LA CONDUCTA VIOLENTA EN EL ENTORNO ESCOLAR.

 

Métodos basados en el control de estímulos y consecuencias.

 

 

¿Cómo se adquiere, mantiene y progresa la tendencia a la agresividad y los comportamientos violentos?

 

No existe un modelo explicativo único

 

No existe un modelo único de la adquisición de la violencia. De hecho, la predisposición a la agresividad es un factor de personalidad que, aunque puede modificarse por la experiencia y el aprendizaje; parece bastante condicionado por tendencias caracteriales o innatas.  Muchos estudios que ya hemos tenido oportunidad de repasar así lo dejan ver. Los autores no se ponen de acuerdo excepto en lo evidente: la tendencia innata a los comportamientos agresivos se puede reforzar o inhibir en base a la intervención educativa, las características del entorno psico-social del niño y las experiencias a las que es expuesto (sobre todo por las consecuencias).

 

No es demasiado importante que se sea víctima o agresor en situaciones de violencia. Basta con que se esté en un entorno violento para que las posibilidades de serlo aumenten exponencialmente. El factor de mayor peso para desarrollar comportamientos agresivos es exponerse a ellos.

 

Todo esto puede sonar a entelequia poco práctica, así que vamos a tratar de ser más explícitos. A continuación exponemos unos axiomas que pueden arrojar luz en la comprensión del niño violento y que posteriormente pasaremos a analizar:

 

Axiomas del niño violento

 

1º. Toda la violencia que lleva a cabo el niño está dirigida a la satisfacción de una necesidad o a la consecución de un beneficio.

 

2º. El niño agresor no tiene la capacidad de recapacitar sobre el daño que ha causado. De hecho, una de las cosas que actúan como refuerzo es precisamente saber que ha causado el daño que quería.

 

3º. El niño violento, no sólo piensa que la violencia está justificada, sino que está convencido de que si no actúa violentamente disminuirán sus posibilidades de adaptación al medio social.

 

4º. En un entorno competitivo no controlado, la violencia se muestra una conducta adecuada en cuanto que consigue el máximo beneficio a corto plazo.

 

5º. Con cada conducta violenta, el niño agresivo fortalece la idea subjetiva de que debe ser violento, de que él es así y que debe confirmar con sus actos la imagen que tiene de sí mismo.

 

6º. Cuando los demás devuelven al niño violento la imagen de un niño agresivo, las imágenes que tiene el niño de sí mismo y la que los demás tienen de él concuerdan y entonces la tendencia a la agresividad comienza a cristalizarse en su perfil de personalidad.

7º. Cualquier conducta, y la violenta también, es susceptible de ser modificada por el castigo (consecuencias negativas) y el premio (consecuencias positivas). El castigo puede ser positivo (un azote) o negativo (la retirada de un privilegio). El premio puede ser positivo ( un premio) o negativo (la retirada de un castigo).

 

8º. Los niños, una vez aprendida la conducta violenta, tratan de generalizarla a otras situaciones tal y como harían con cualquier otra conducta. Por eso es imposible enseñar conductas agresivas como sistema de autodefensa, ya que los niños generalizarían ese aprendizaje a otras situaciones no esperadas.

 

9º. La conducta violenta siempre se produce porque es tolerada por los adultos. Esta tolerancia puede ser voluntaria ( "no pasa nada si se dan algún golpe" "hay que dejarles solucionar sus propios problemas") o involuntaria (los niños aprovechan espacios y tiempos sin vigilancia para agredir).

 

10º. La agresividad y la conducta violenta forma parte de nuestro repertorio básico de conducta y además es un comportamiento preeminente de la especie. Somos básicamente depredadores oportunistas jerarquizados socialmente, así que somos auténticos "lobos". Por eso, el objetivo es enseñar habilidades para controlar esas tendencias innatas.

 

11º. Ningún niño aprenderá por sí mismo a tolerar la frustración, diferir la recompensa o respetar los derechos ajenos; sino por un aprendizaje directamente enfocado a entrenar esa habilidad.

 

12º. La conducta violenta, como cualquier otra conducta está controlada en gran parte por estímulos ambientales que informan al niño de que está disponible el refuerzo si actúa violentamente. Debido a ese control estimular se pueden dar multitud de situaciones: Por ejemplo, puede darse el caso de niños que son muy agresivos con sus hermanos pequeños y que sin embargo en la escuela se portan muy bien. Algunos niños son selectivos hacia las personas sobre las que vuelcan su agresividad, etc...

 

13º. Los problemas relacionados con la violencia, sobre todo en los entornos escolares no se solucionan nunca por sí mismos. Quitar importancia a una pelea o una discusión con agresiones verbales no soluciona el problema. Sólo una intervención directa de los educadores que actúen con firmeza puede atajar un brote de violencia.

 

14º. La actitud del educador es importante. Ser demasiado rígido en el control de la violencia nos lleva a confundir el impulso de activación (agresividad típica de un partido de fútbol reñido entre dos equipos de adolescentes) con la violencia; ser demasiado laxos en el control de la violencia, lleva a los niños a creer que el educador aprueba tácitamente su uso. Mantener un equilibrio dependiendo de la situación es importante.

 

Análisis de los axiomas del niño violento

 

 

1º.Toda la violencia que lleva a cabo el niño está dirigida a la satisfacción de una necesidad o a la consecución de un beneficio.

 

Adquisición de la "agresión instrumental"

 

A la conducta violenta que se utiliza como un medio para obtener un fin se le llama "agresión instrumental". Este es el primer paso en el proceso de agresión. Un niño de infantil observa que su compañero tiene un juguete más bonito que el suyo, así que se acerca y sin pensárselo dos veces, le da un bofetón, un mordisco o un empujón y le quita el juguete.

 

En principio el niño no sabe que lo que ha hecho sea malo. De hecho está programado para eso. Quería el juguete de su compañero y ya lo tiene ¿Qué hay de malo en ello?. No tiene la capacidad de avanzar razonamientos morales y es demasiado pequeño para saber lo que se juzga como bueno o como malo en nuestra sociedad, lo que ha hecho se ha visto recompensado así que en el futuro volverá a repetirlo con más probabilidad.

 

Ahora imaginemos que cuando golpea al compañero y le quita el juguete, su maestra se dirige hacia él gritándole, asustándole y propinándole un azote y diciéndole "no se pega, eso está mal", tras lo cual le obliga a devolver el muñeco al niño agredido. ¿Cuál ha sido la consecuencia de la conducta de agresión? Mala, muy mala para el niño. No ha sido adaptativa porque no ha conseguido su objetivo y además ha provocado consecuencias aversivas. En el futuro será menos probable que el niño agreda para obtener el muñeco. Ahora el niño sabe que no debe pegar, que eso está mal, que eso sólo lo hacen los niños malos y él no es malo, así que no debe hacerlo. Este aprendizaje hace que el niño aprenda un nuevo valor moral, un nuevo tabú conductual: no pegar.

 

La pregunta claro, es ¿Qué hubiera pasado si la maestra no hubiera estado atenta? ¿Habría fortalecido el niño su agresividad con un solo ensayo?

 

La respuesta es: Por supuesto. La actuación de la maestra ha sido crítica, en cuanto ha cortado de raíz la primera tentativa de agresión del niño. La conducta de agresión instrumental no ha llegado a adquirirse. En el caso de los niños que se han acostumbrado a agredir, la dificultad radica en extinguir la conducta habitual. Por eso, se da mucha importancia a las experiencias tempranas.

 

 

Adquisición de la "agresión emocional"

 

En algunos casos, las consecuencias positivas que siguen a la conducta violenta es la reducción de una sensación interna desagradable. Esta sensación interna suele definirse como una especie de "tensión emocional" (algo parecido a la ansiedad). La reducción de la tensión emocional tras la agresión es lo que actúa como premio que refuerza la conducta y la hace más probable.

 

Un ejemplo:

 

En una clase de Secundaria, una chica empuja a otra para que tropiece y caiga delante de todos. Los compañeros se ríen con la caída y la agresora sale impune y satisfecha (agresión instrumental) porque el educador estaba de espaldas y no ha podido ver nada. La chica que ha caído es ahora una víctima dolida. Las víctimas no son seres débiles, pasivos y esencialmente buenos...son, como el resto de seres humanos, depredadores oportunistas que deben siempre estar alerta para conservar su posición en el grupo. En este caso la chica víctima comienza a desarrollar una inquietud, una tensión emocional muy negativa que la hace sentir incómoda. Ha sentido el escarnio de la risa de sus compañeros y un profundo sentimiento de injusticia que poco a poco comienza a sustituir por otro, mucho más frío de restitución o de "ojo por ojo". Se siente mal, nerviosa, pero sabe como reducir esa sensación. Suena el timbre del recreo y ésta vez se coloca en el principio de la escalera que conduce a la planta baja. Espera a que su torturadora llegue al sitio conveniente y la empuja escaleras abajo. La chica se rompe el brazo en la caída y aúlla de dolor.

 

¿Se siente arrepentida la chica que se ha vengado? En absoluto, de hecho se hubiera sentido decepcionada si su compañera no hubiera sentido dolor. El dolor de la víctima es el premio del agresor emocional porque contribuye a reducir su tensión emocional. Una chica pacífica normalmente ahora ha aprendido el valor de la violencia.

 

Todo ha sido observado por muchos testigos, así que la chica es castigada severamente y denunciada por los padres de la víctima. ¿Sirve esto para algo?

 

Una pregunta difícil de responder. Para la agresora emocional probablemente no, debido a que ha conseguido el premio adecuado, mucho más importante para ella que cualquier castigo físico, ya que hablamos del propio equilibrio emocional restaurado por la venganza. Sin embargo, para el resto de compañeros que han observado la severidad del castigo, probablemente haya servido para que comprendan que la violencia siempre será castigada con firmeza y que es mejor pensárselo dos veces; claro que ellos no sentían deseos de venganza.

La espiral de la violencia

 

 

Todo agresor ejecuta una conducta violenta contra una víctima y la víctima desarrolla a su vez un fuerte sentimiento de venganza que sólo se aplaca cuando agrede a su torturador devolviendo el daño y comprobando el dolor del que le atacó anteriormente... Y la espiral de violencia (instrumental-emocional) sigue subiendo y subiendo. La pregunta que sin duda el lector se hace es:

 

¿Por qué no estamos todos muertos? ¿Por qué nuestra especie no se ha extinguido ya?

 

El motivo de que sigamos aquí está en dos conceptos: reparación y disuasión.

 

El concepto de reparación

 

Ya hemos hablado de forma extensa sobre la agresión emocional, así que ya sabemos a qué nos referimos. La tensión emocional que la víctima experimenta tras la agresión, origina el deseo de vengarse, es decir, provocar un daño doloroso al agresor para "reparar" el daño causado ("ojo por ojo") y de esa forma reducir la tensión que experimenta.

 

El ser humano ha encontrado un equivalente a la venganza como mecanismo de reducción de la tensión y es la "reparación del daño". Si el agresor restaura lo que ha "removido" en la víctima, el deseo de venganza se reduce. La víctima puede sentirse compensada por la agresión sufrida si se "repara el daño" o siente que se hace. Ejemplos de "reparación del daño":

 

-         Disculpas sinceras. Una disculpa del agresor que reconoce su falta y sinceramente manifiesta a la víctima su arrepentimiento otorga a la víctima la decisión de perdonar o no, colocándola por encima del agresor en su calidad como persona y elevando su estatus de cara a los demás. El agresor se pone en manos de la víctima para ser perdonado.

 

-         Compensaciones. Pueden ser económicas o conductuales. En este caso la reparación del daño implica que la víctima consigue un beneficio tangible que le compensa por los daños sufridos. De esta forma, el beneficio obtenido supera a la tensión emocional provocada por la agresión. Cuando la compensación es conductual (el agresor debe hacer algo en beneficio de la víctima) se le suele llamar corrección o sobrecorrección.

 

Estas formas de inhibición de la tensión emocional experimentada por la víctima se llevan a cabo en las sociedades humanas desde el principio de los tiempos. Malinowski, el célebre antropólogo, las observó en las sociedades neolíticas modernas. Por ejemplo, en algunas tribus de Papua -  Nueva Guinea, puedes matar a otro ser humano siempre que puedas pagar a su familia lo que su vida vale en cerdos, con el fin de evitar la venganza del clan familiar de la víctima sobre la tuya o sobre ti.

 

La reparación del daño causado a la víctima tiene por objetivo inhibir el deseo de reducción de la tensión emocional que la víctima pueda sentir. De esa forma, se bloquea desde el comienzo la espiral de violencia.

 

El concepto de disuasión

 

 

El lector convendrá, por todo lo razonado hasta el momento, en que la conducta agresiva se mantiene por su dimensión funcional: es decir, sirve para algo. El niño violento consigue cosas con su violencia y por eso actúa de la forma en que lo hace. Ningún organismo vivo mantiene una conducta que no le reporte una fuente de satisfacción.

 

En el caso de la conducta agresiva, el agresor aprende a valorar las consecuencias de sus actos. En particular, a los riesgos que corre al agredir. Por eso, la reacción de la víctima ante el ataque es determinante en el mantenimiento de la conducta del agresor. Una víctima dócil que facilita la ganancia primaria del agresor (p.e quitar un juguete) premia con su pasividad la conducta del agresor, que se verá reforzado. Sin embargo, una víctima beligerante que provoque a su vez daño al agresor será agredida una sóla vez por éste, ya que el agresor en el futuro comprenderá que quizás no pueda salirse con la suya.

 

Como vemos, todo esto refuerza la espiral de violencia en cuanto que la víctima debe ser violenta para evitar la violencia del agresor.

 

El ser humano ha ideado un mecanismo psicológico que inhibe la agresión en base a la predicción de las consecuencias negativas que puede acarrear. El miedo a que mi conducta violenta se vuelva en mi contra constituye la esencia de la disuasión.

 

Imaginemos un aula de Secundaria en el que todos los alumnos hayan llegado al acuerdo de denunciar ante el tutor cualquier agresión verbal que cualquiera de ellos sufre por parte de cualquier compañero. El agresor verbal sabe que pase lo que pase, si agrede verbalmente, lo sabrá el tutor que aplicará el castigo correspondiente. El agresor es disuadido.

 

Casi toda la agresividad en nuestra sociedad se controla gracias a la disuasión. Las formas de disuación pueden ser positivas o negativas (alimentadoras de la espiral de violencia).

 

En Estados Unidos, la disuasión es negativa: es un derecho constitucional portar armas de fuego libremente, así que el agresor se expone a atacar a una persona armada. En principio parece un buen mecanismo, salvo por el hecho de que todo el mundo se cree con derecho a ejercer la violencia libremente a criterio personal (forma de disuasión negativa).

 

El caso que hemos comentado anteriormente del acuerdo entre los alumnos del aula de Secundaria para erradicar el grave problema de los ataques verbales es un caso de disuasión positiva.

 

La responsabilidad del educador

 

 

Queda clara entonces cuál es la responsabilidad del educador: enseñar a los alumnos a poder practicar formas positivas de reparación y de disuasión para evitar alimentar la espiral de violencia.

 

Quede claro: es imposible erradicar totalmente la violencia y la agresividad de la psique humana. Es una tendencia estable y preeminente para nuestra especie. Sin embargo sí podemos enseñar formas, que también forman parte de nuestra esencia, para controlar sus efectos.

El bucle de adquisición de la violencia

 

 

Ahora estamos en condiciones de determinar cuáles son las causas más probables del inicio del comportamiento violento en los niños y de su mantenimiento:

 

 


 

Parece un poco complicado pero no lo es. En primer lugar nos centramos en el cuadrado que representa a Pedro. Pedro tiene un deseo: quiere para sí un juguete de Pablo, así que decide agredirlo para quitárselo. En este momento Pedro es el agresor y Pablo la víctima. Como Pedro consigue su objetivo y satisface su deseo, la conducta violenta aumenta su probabilidad. En el futuro será más probable porque se instala en su repertorio de conducta reforzada por condicionamiento operante. En cuanto a Pablo, en principio la víctima, la agresión sufrida eleva su tensión emocional que ha de descargarse, así que Pablo agrede a Pedro conviertiéndose en agresor y el agresor en víctima. Como la agresión (venganza) reduce la tensión de modo efectivo, se refuerza. Será más probable  que en el futuro se desencadene con más facilidad cada vez.

 

Una vez entendidos los mecanismos de la agresión, quizás nos sea más fácil comprender y asimilar las formas en que la conducta violenta puede ser controlada eficazmente a través de las técnicas de Modificación de Conducta.

 

Tratamiento de la conducta violenta. Técnicas de control estímular y de consecuencias

 

Reducción de estímulos discriminativos

 

En muchas ocasiones la conducta violenta en los niños está controlada por estímulos ambientales que llamamos estímulos discriminativos, ya que consiguen que el niño distinga las condiciones favorables y adecuadas para actuar con violencia impunemente. Muchas veces los niños agraden a otros niños simplemente porque se dan las condiciones adecuadas para hacerlo. Los estímulos elicitan la respuesta de agresión. Si el educador es capaz de identificar ese conjunto de estímulos discriminativos, será capaz de reducirlos para que no tengan poder sobre la conducta. Dicho de otra manera: controlo los estímulos que a su vez controlan la conducta: elimino los estímulos, elimino la conducta. Un ejemplo:

 

Un niño de Primaria agrede a sus compañeros siempre a la salida del recreo y siempre en la escalera de acceso al patio. Algo en esa situación hace que el niño empuje, pegue e insulte a sus compañeros. Detectados los estímulos discriminativos (recreo, escalera), se decide que este niño saldrá al recreo dos minutos después que el resto de alumnos y para eso, se le retendrá cada día con una excusa diferente el tiempo suficiente para extinguir la conducta. Este es un ejemplo adecuado del uso de la técnica de reducción de estímulos discriminativos.

 

Otro ejemplo:

 

Un chico de secundaria agrede verbalmente a sus compañeros en la clase de educación física. Se ha comprobado que siempre lo hace los días que el educador hace un pequeño torneo por equipos de fútbol sala. Al parecer, la situación de competición contiene estímulos discriminativos que activan la violencia verbal de este chico. El educador simplemente reduce los estímulos cambiando durante unas semanas el deporte de competición, cambiando el fútbol por el baloncesto. Curiosamente, este deporte no despierta esta reacción en el chico.

 

Ésta técnica raras veces funciona por sí sola porque la conducta violenta no sólo está controlada por los estímulos ambientales discriminativos, hay que tener en cuenta el poderoso efecto del refuerzo.

 

Sin embargo, es cierto que un porcentaje mayor del que sospechamos de las conductas agresivas en entornos escolares están motivadas por el mero hecho de que se pueden hacer o de que existe un hábito de realizarlas bajo determinadas circunstancias.

 

Modelamiento de comportamiento no agresivo

 

Castigar con severidad la conducta agresiva no es suficiente, sobre todo en los casos de agresividad emocional no instrumental en los que el niño o adolescente considera más que justificada la agresión (casos de venganza, revancha o búsqueda del dolor del otro). Es necesario enseñar métodos alternativos para conseguir idénticos resultados. Se trata de modelar para los alumnos las respuestas positivas incompatibles con la agresión. Este modelado se hace mediante técnicas de rol-play. Veamos un ejemplo de cómo se hace todo esto.

 

1º. Se describe la situación ante los alumnos. En este caso elegimos una situación en la que un alumno insulta gravemente a otro (agresión verbal). Se pregunta a los alumnos "¿Cómo reaccionaríais cada uno de vosotros?".

 

2º. Se registran en la pizarra todos los tipos diferentes de reacciones propuestas:

 

-Pegarle una bofetada.

-Ignorarlo.

-Denunciarlo al educador.

-Devolverle el insulto.

-etc...

 

3º. El educador comenta las consecuencias más probables de cada alternativa propuesta por los alumnos.

 

-Pegarle una bofetada (implica el inicio de la espiral de violencia y sus consecuencias nefastas para la convivencia).

 

-Ignorarlo (implica que es muy posible que vuelva a insultarnos, toda vez que no le ha pasado nada malo por hacerlo la primera vez).

 

-Denunciarlo al educador (implica que el agresor será castigado, pero también es posible que acusen a la víctima de débil, mimado o "acusica").

 

-Devolver el insulto (implica entrar en la espiral de la violencia o reforzar la conducta de agresión porque el agresor puede divertirse viendo que su insulto ha provocado rabia en la víctima).

 

4º. Los alumnos concluyen la inutilidad de todas estas reacciones, así que el educador propone la solución correcta y la modela en clase mediante una técnica de rol-play (teatrillo).

 

5º. En este caso, la solución modelada por el educador, ha sido la de llegar al acuerdo unánime de toda la clase de que el que agreda a otro compañero, será denunciado al educador para que éste aplique el castigo oportuno. Debido al hecho de que es un pacto entre todos los miembros del grupo y de que a todos beneficia, las acusaciones de "chivato" no tendrán lugar.

 

6º. Se razonan las bondades de la solución y se redacta un documento que compromete a todos los alumnos del aula por su firma. El documento es custodiado por el delegado de curso y una copia del mismo pasa a disposición del educador que hará cumplir "La ley del aula".

De nuevo tenemos que advertir que el modelado es más útil con la agresividad emocional que no está controlada por el refuerzo. Para la agresión que se utiliza como un medio para obtener un fin es mejor trabajar manejando las consecuencias para extinguir la conducta inadecuada y aumentar las probabilidades de la adecuada.

 

Reducir la exposición a modelos agresivos

 

Esencial pero imposible. La sociedad convive con la violencia, utiliza la violencia y estimula en muchas ocasiones la violencia con infinidad de modelos violentos admirados por todos. La exposición a modelos agresivos es imposible de evitar. Sin embargo, las especiales características del entorno escolar que siempre es, más o menos un entorno educativo controlado, permite que la exposición a esos modelos pueda ser controlada.

 

El entorno familiar es harina de otro costal y, como hemos visto en otras Unidades Didácticas, la exposición a la violencia en el entorno familiar es determinante en la adquisición de un patrón de conducta agresivo.

 

Sin embargo la importancia del modelo violento para el niño en desarrollo puede ser matizada por el educador. Se puede desarrollar en el niño una opinión crítica que ponga en tela de juicio la idoneidad del comportamiento de los modelos violentos.

 

Reducir la exposición a modelos violentos implica además separar a los alumnos que tienen propensión a la violencia de modo que entre ellos no se puedan reforzar socialmente.

 

Por supuesto, la conducta del educador, sobre todo a la hora de disciplinar no  debe ser interpretada por el niño como violenta, lo que daría lugar a un modelado negativo. Cuidado.

 

Reducir la estimulación aversiva y coercitiva

 

 

Se ha demostrado experimentalmente que los niños y jóvenes más reactivos emocionalmente o que tienen predisposición por los comportamientos agresivos, reaccionan a la presión, el castigo y la coerción con más agresividad. En realidad, la respuesta más conveniente ante la agresividad o la conducta violenta es la tranquilidad, la firmeza sin juicio moral. Castiga la norma de convivencia, la regla moral elegida por todos, no el educador.

 

Poderoso recurso: el control de las consecuencias

 

Toda la agresividad instrumental (aquella que utiliza la conducta violenta como un medio para la obtención de un fin) está controlada por las consecuencias. Consecuencias positivas mantienen la conducta, consecuencias negativas la extinguen. Existen varios procedimientos que utilizan este principio básico:

 

-         Extinción.

-         Castigo físico.

-         Tiempo fuera.

-         Coste de respuesta.

-         Reprimendas.

-         Sobrecorrección.

-         Refuerzo diferencial.

 

Técnica de extinción

 

 

Si la conducta violenta está mantenida por la consecuencia positiva que se deriva de ella, es lógico pensar que si deja de premiarse, tenderá a desaparecer.

 

Cuando se aplica esta técnica, lo primero que se hace es identificar el reforzador (el premio). Después se retira consistentemente hasta que el niño se da cuenta de que lo que hace no sirve para nada. Ya no provoca el efecto que producía antes, así que se elimina de su repertorio conductual.

 

Claro, esta técnica sólo funciona cuando se aplica en situaciones en las que el propio educador es la fuente de refuerzo del niño agresivo, o cuando es fácil controlar la fuente de reforzamiento. Un ejemplo:

 

Un niño de infantil es muy agresivo con el resto de compañeros. Cuando los demás están ocupados en sus fichas, él interviene empujándolos, quitándoles los lapiceros y molestándolos violentamente. El educador ha probado a retirarlo a un rincón, a castigarlo contingentemente, ha premiado la conducta positiva, etc... pero nada ha dado resultado. El análisis de conducta ha revelado que el refuerzo más probable (el premio más gratificante) para esa conducta es precisamente la atención que el educador le presta. Se ha decidido aplicar una técnica de extinción consistente en no prestar atención al niño agresor bajo ninguna circunstancia. Al contrario, se prestará atención a las víctimas a las que se les facilitará todo tipo de atenciones y ventajas cuando sean agredidas por el niño violento.

 

La predicción de lo que viene a continuación es clara:

 

Al principio el niño se verá sorprendido por la nueva reacción del educador y pensará que sus ataque s no son lo bastante fuertes para llamar la atención del educador, así que redoblará sus esfuerzos agresivos elevando su frecuencia e intensidad de conductas violentas. Suponiendo que el educador "aguante el tirón" y siga con el plan previsto, al cabo de unos días el niño se dará cuenta de que ya no consigue llamar la atención del educador con su conducta, sino que consigue todo lo contrario, que preste más atención a las víctimas. Poco a poco reducirá su nivel de ataques a los demás niños.

 

Es en este momento, cuando esta técnica se debe consolidar aplicando la técnica de refuerzo diferencial (premiar la conducta adecuada) para que el niño pueda sustituir la conducta desagradable que ya no le sirve (agresión) por otra que si se premie (coooperación).

Esta técnica es de una elegante sencillez y se basa en un presupuesto teórico impecable, sin embargo es de una ejecución difícil. Para empezar depende de la paciencia que el educador tenga, ya que al principio de toda extinción, el nivel de conducta disruptiva aumenta hasta límites insoportables, tras lo cual comienza a disminuir su frecuencia ¿Podrá el educador aguantar?. Por otro lado, si el educador cede cuando el niño aumente su grado de disrupción, el niño aprende  que debe portarse peor para obtener el mismo resultado que antes, así que agredirá mucho más intensamente que antes de empezar.

 

Conclusión: Una vez empezamos a aplicar la técnica no hay marcha atrás y hasta que no se reduce el nivel de la conducta a extinguir no podemos abandonar. Por eso es tan importante estar seguros de que el niño no tiene fuentes de refuerzo para su conducta que no hayan sido tenidas en cuenta. La extinción sólo funciona cuando desaparecxe toda fuente de refuerzo para la conducta que se trata de extinguir.

 

Como vemos, la extinción es una técnica sencilla, eficaz pero aplicable sólo cuando se controlan todas las fuentes de reforzamiento. No siempre se puede garantizar esto.

 

Tiempo fuera

 

El nombre completo de la técnica es Tiempo Fuera de Reforzamiento. Consiste en suprimir toda fuente de reforzamiento que mantiene la conducta. Parece similar a la técnica anterior (extinción) y sin embargo es un procedimiento mucho más próximo al castigo por la forma en que se asegura que el niño no recibe premio alguno por su conducta violenta.

 

Funciona de la siguiente forma:

 

1º. Se identifica la conducta negativa de forma totalmente precisa.

 

2º. Cuando la conducta ocurre (agresión), se coge al niño y se le lleva a un lugar en el que no hay ninguna fuente de refuerzo. No solamente nada refuerza la conducta de agresión, sino que además el niño pasa un tiempo sin posibilidad de gratificación alguna. Se aburre mortalmente y la situación se convierte en un estímulo aversivo, un procedimiento de castigo.

 

3º. Cuando ha pasado un tiempo, se le devuelve a la situación donde se produjo la agresión (aula). Siempre se actúa de la misma forma siempre que la conducta (agresión) sucede.

 

La palabra clave para la aplicación de la técnica es "siempre". El niño aprende tras varios ensayos que siempre que agreda lo llevarán seguidamente a ese lugar tan aburrido donde el tiempo pasa despacio. La técnica se refuerza si cuando se pone al niño en "tiempo fuera", simultáneamente sus compañeros empiezan una actividad divertida en la que él no podrá participar.

 

La dificultad de la aplicación de la técnica de tiempo fuera estriba en que siempre se ha de aplicar el mismo protocolo de actuación y siempre que el niño agreda, aunque ello signifique en los primeros días que el niño esté continuamente saliendo del aula y el educador interrumpiendo la clase para sacarlo. También debemos observar algunas precauciones relacionadas con el lugar donde se hace el tiempo fuera:

 

-         Ese sitio no debe contener ninguna fuente de refuerzo para el  niño. Ninguna. Debe ser un lugar solitario, aburrido, carente de estímulos, etc...

-         El sitio de tiempo fuera no puede ser el Despacho de Dirección, la Jefatura de Estudios, un Departamento ni nada parecido. Se debe habilitar un lugar especial muy desagradable.

-         No se puede sacar al niño de clase cuando los alumnos estén haciendo algo que no les gusta, ya que entonces, en lugar de castigar la conducta de agresión, la premiamos al evitar al niño tener que participar en ella.

-         El niño debe ser vigilado en el lugar de tiempo fuera. Esto es importante porque la restricción de movimientos físicos contribuye a hacer su estancia en tiempo fuera más desagradable.

-         El niño debe tener ganas de regresar al aula. Esto es fácil de conseguir si sabe que sus compañeros están haciendo algo divertido (están repartiendo los caramelos del cumpleaños de un compañero, visionando una película, haciendo alguna dinámica atractiva, etc...

 

Además hay que tener en cuenta que el protocolo de actuación debe ser siempre el mismo. Nunca juzgar al alumno, ni sermonearlo, ni amenazarlo, ni nada parecido. Siempre se hace lo mismo: la primera vez se le explica al alumno lo que está pasando más o menos de esta forma:

 

"Mira Paquito, ese comportamiento es inaceptable. No puedo permitir que agredas a tus compañeros, así que ahora me vas a acompañar a un sitio en el que no podrás pegar a nadie porque estarás solo mientras que tus compañeros siguen aquí jugando porque  no pegan a nadie"

 

Después se le coge con firmeza y sin decir nada más y sin escuchar las protestas del alumno se le lleva al lugar de tiempo fuera:

 

"Debes permanecer sentado en esta silla, sin moverte hasta que reflexiones sobre lo que has hecho y estés seguro de que puedes estar con tus compañeros sin pegarles".

 

Pasado un tiempo y cuando vemos que el alumno realmente lo está pasando mal, se interrumpe el castigo diciéndole:

 

"Ahora vamos a volver a la clase. Espero que tu comportamiento sea mejor y que sobre todo no pegues a ningún compañero porque si lo haces volverás aquí. ¿Lo has entendido?. ¿Estás de acuerdo?"

 

Los siguientes ensayos no hay necesidad de explicar nada que, por otra parte podría rforzar al niño de alguna forma. Simplemente se saca al niño del aula, por la fuerza si es necesario, y se aplica el protocolo.

 

Es esencial actuar con frialdad y desapasionamiento todo el tiempo.

 

Esta técnica está indicada cuando la conducta agresiva está sobre todo reforzada por los demás compañeros o cuando no sabemos con exactitud que estímulo discriminativo dentro del aula está reforzando la conducta.

 

Por supuesto, no aplicaremos esta técnica con niños con ansiedad social (cualquier tipo), dificultades de integración o niños por encima de los 12 años. Desde luego, queda contraindicada en Secundaria.

 

Como vemos, muchas limitaciones, sin contar además la necesidad de disponer de un lugar adecuado.

 

Coste de respuesta

 

Es particularmente eficaz cuando se aplica en combinapción con la técnica de refuerzo diferencial de la conducta adecuada.

 

Para la aplicación de esta técnica necesitamos un mínimo de planificación. A menudo se hace en el contexto de una "Economía de fichas", variedad de esta técnica que por su popularidad estudiaremos por separado.

 

Debemos tener en cuenta las siguientes recomendaciones:

 

-         Asegurarnos de que lo que retiramos tras la agresión, es una recompensa que gustaba al niño. Es decir, tenemos que estar seguros de que el niño sufre por la retirada de la recompensa obtenida anteriormente.

-         En el balance total de recompensas-retiradas debemos asegurarnos de que el niño gana, aunque sea ligeramente, ya que de otro modo el niño enseguida aprendería que haga lo que haga, siempre pierde y que no merece la pena esforzarse por ser bueno.

-         Lo que el niño gana debe ser lo bastante atractivo como para no querer perderlo.

-         Es necesario hacer dos listas de conductas. Por un lado tenemos la lista de conductas muy específicas que se premiarán y por otro lado las conductas que se castigarán con la retirada de cierta cantidad del premio obtenido.

-         Las conductas positivas (premiadas) y negativas (castigadas) deben ser incompatibles entre sí. No puede darse el caso de que al mismo tiempo el niño esté haciendo algo correcto y algo incorrecto.

-         Siempre debe darse más oportunidad a la ganancia de recompensas que a la pérdida. En otras palabras: el educador debe ser más tendente a premiar  la conducta apropiada que a castigar la conducta inapropiada.

 

Un problema difícil de solucionar con esta técnica y que supone un obstáculo difícil de superar en el contexto de un grupo de alumnos  es el hecho de que un alumno es premiado por conductas que debería hacer de forma automática sin esperar nada a cambio, mientras que el resto de sus compañeros las hacen sin tener derecho a recompensa alguna. Los alumnos pueden llegar a pensar que se premia al niño agresivo sólo porque a veces agrede a sus compañeros.

 

En ocasiones, es imposible no implicar a toda la clase en la economía de fichas, lo que complica muchísimo su aplicación rigurosa.

 

Castigo físico

 

En lo que se refiere a este apartado, sólo diremos que en entornos escolares, no se considera aceptable este tipo de castigo bajo ninguna circunstancia.

 

Reprimendas

 

Una reprimenda consiste en un castigo verbal, un estímulo aversivo para el niño consistente en una acción verbal. Puede limitarse a un simple ¡NO! o tener algo más de extensión, pero nunca demasiada. Una reprimenda no es una charla en profundidad sobre la conducta inadecuada.

 

Para que la reprimenda sea adecuada es conveniente tener en cuenta las siguientes recomendaciones:

 

-         Debe darse cada vez que se emita la conducta agresiva.

-         La persona que da la reprimenda debe estar físicamente cerca del niño y decirle claramente cuál es la conducta inadecuada por la que recibe la reprimenda.

-         Debe mirar directamente a los ojos del niño, establecer contacto físico para captar su atención y emplear una voz firme y con un volúmen bajo, de modo que no se llame la atenciónde otros niños que podrían reforzar con su atención la conducta que queremos eliminar.

 

La técnica se potencia cuando se combina con el refuerzo diferencial de la conducta adecuada (se elogia con efusividad la conducta adecuada).

 

Sobrecorrección

 

 

Esta técnica trata de conseguir que el agresor reflexione sobre las consecuencias de su acción y que se haga responsable del daño causado. Es una técnica indicada sólo para la agresión instrumental, no para la agresión emocional, ya que en ésta última el dolor causado a la víctima provoca satisfacción en el agresor y la posibilidad de que quiera restituir el daño causado es muy baja.

 

La sobrecorrección tiene dos modalidades de aplicación que, en ocasiones se utilizan juntas para que se refuercen entre sí:

 

-         Sobrecorrección restitutiva. Consiste en que el niño agresor debe restituir el daño causado y sobrecorrija o mejore el estado de las cosas. Por ejemplo, un niño agrede a otro golpeándole en la cara. Debería acariciar la cara de la víctima durante 30 segundos o ponerle un trapito empapado en agua fría y disculparse diez veces, de distinta forma prometiendo no hacerlo más.

-         Práctica positiva. Consiste en la repetición de una conducta positiva incompatible. Por ejemplo, si un niño ha desordenado el material dando patadas, deberá ordenarlo de nuevo y ordenar todo el material del aula, no sólo el que dañó con su patada.

 

La sobrecorrección es una técnica poderosa. En ocasiones, con unas pocas sesiones es suficiente para modificar la conducta. Sin embargo, es necesario contemplar las siguientes normas de aplicación:

 

-         Debe estar topográficamente relacionada con la conducta (Por ejemplo, no pediremos al niño que recoja los juguetes si ha tirado del pelo a una compañera).

-         Debe suministrarse inmediatamente.

-         Mientras el niño realice la sobrecorrección debe alejársele de cualquier fuente de reforzamiento y eso nos incluye a nosostros mismos. Debe pasarlo mal. (Por ejemplo, a un niño que destroza las tizas, le ordenamos borrar la pizarra, sacudir el borrador y pedirle al conserje tizas nuevas. Es posible que todo esto le encante, con lo que estaríamos reforzando la conducta que queremos castigar).

-         La duración debe ser moderada, ya que de otra forma, será imposible que el niño la termine. Unos 4 o 5 minutos al principio, subiendo hasta 10 al final, puede ser suficiente.

-         Debemos estar preparados para la resistencia o negativas del niño a cumplir con la tarea de sobrecorrección y tener previstas las formas adecuadas de coerción para que las realize.

 

La presente es una de las pocas técnicas de Modificación de Conducta que tiene valor pedagógico en sí misma ya que permite corregir los propios errores y practicar conductas adecuadas.

 

Reforzamiento diferencial de la conducta adecuada.

Modelo de Economía de Fichas

 

 

 

 

 

Simulación de situaciones educativas. Entorno familiar.

 

Hemos señalado en muchas ocasiones, que el entorno familiar y cómo los progenitores disciplinan a sus hijos constituye una fuente de influencia en la adquisición de la propensión a la agresividad. ¿Saben los padres y madres disciplinar a sus hijos?. En general, todos los estudios afirman que la mayoría de los progenitores tienen una habilidad instintiva para aplicar los principios y técnicas básicas de Modificación de la conducta basadas en premios y castigos aún sin conocerlas.

 

Sin embargo, el lector puede verse en la situación, muy frecuente por cierto, de que los padres y madres de sus alumnos les pidan consejo sobre cómo disciplinar a sus hijos. ¿Somos buenos con la modificación de conducta?. ¿Sabríamos orientar?. Descúbrelo razonando las siguientes situaciones educativas simuladas.

 

Premios y Castigos.

 

  1. Una pareja preocupada por el equilibrio psicológico de sus dos hijos de 5 y 7 años ha decidido no castigar ni premiar ninguna conducta de sus hijos. Hasta el momento les ha ido bien y no tienen intención de cambiar. Opinan que los premios y los castigos suponen una "forma de chantaje", y que los niños saben por sí solos qué está bien y qué no lo está.  ¿Están haciendo los padres lo correcto?.

 

  1. Una madre tiene 3 hijos que se portan de diferente forma. El mayor de ellos es bueno y responsable, siempre obedece. El pequeño es gracioso y simpático aunque algo inmaduro. El problema está en el de en medio, que se porta francamente mal, así que es castigado casi constantemente, mientras que los otros reciben premios por su buen comportamiento. ¿Está haciendo la madre lo correcto?

 

  1. Dos hermanos están en la cocina haciendo los deberes del colegio ayudados por la madre. Uno de ellos está fastidiando constantemente al otro, que no puede concentrarse en la tarea. Llega un momento que la madre pierde la paciencia y castiga al niño mandándolo a su cuarto. ¿Ha hecho la madre lo correcto?

 

  1. Una niña es castigada por sus padres por empujar a su hermano, que tropezó y se hizo un enorme chichón en la frente. El castigo consiste en ayudar a su hermano a aprenderse las tablas de multiplicar durante una semana. Sin embargo, el día siguiente le comunican en el colegio que ha sacado un 10 en el control de conocimiento del medio... ¿Deben los padres levantar el castigo de la niña para premiar el 10 en el control?

 

 

 

  1. Juan es un niño de 9 años que, como todos los niños de esa edad, quiere con locura a su padre, pero su padre es un ejecutivo que pasa poco tiempo en casa. Juan tiene un comportamiento excelente, así que su padre siempre está dándole premios. Sus premios consisten en promesas que se realizan los fines de semana, cuando el padre de Juan está en casa. ¿Es correcta esta forma de actuar?

 

  1. María es una niña muy buena que tiene un hermano mayor que ella discapacitado psíquico. María no es muy mayor, sólo 11 años, pero su comportamiento es excelente: entiende muy bien a su hermano, lo cuida, lo quiere y se porta de maravilla, así que los padres siempre están premiándola y casi nunca ha recibido un castigo. Últimamente el comportamiento de María ha cambiado un poco y a veces se enfada sin motivo aparente con su hermano. ¿Deben los padres castigarla?

 

  1. Unas pareja tiene un niño muy inquieto. Tiene 6 años de edad y cumple casi todos los criterios de hiperactividad. Es muy inquieto y travieso, aunque parece portarse mal "por accidente",no intencionadamente. Sus padres encuentran muy difícil controlar su comportamiento, ya que es precisamente al salir de casa cuando se porta peor; así que es una escena bastante desagradable ver cómo de vez en cuando y en público el niño recibe con alguna frecuencia un par de azotes. ¿Deberían los padres esperar a llegar a casa para corregir la conducta del niño?

 

  1. Pablo es un niño malo. Al menos así piensan de él sus padres. Lo cierto es que su comportamiento es muy malo y va a peor cada día que pasa. Con 8 años se ha convertido ya en un problema. Pasa casi todo el tiempo castigado y los padres ya no saben qué hacer. Incluso el niño los desafía a que le peguen o rompe cosas delante de ellos. ¿Qué está sucediendo en esa familia?

 

  1. Un niño ha sido premiado por su buen rendimiento escolar con la promesa de una bicicleta. El curso está acabando y el niño casi puede tocar ya la bici. Los padres están contentos y orgullosos. Un día el niño pierde el control y golpea a su hermano causándole un corte de cierta importancia en la ceja (han tenido que darle cinco puntos). Los padres deciden no comprarle la bici al niño. ¿Han hecho lo correcto?

 

  1.  Rosa es una madre cariñosa y preocupada por la educación de sus hijos. Tanto que a sus amigos les hace gracia ver a los niños tan formalitos y arregladitos siempre. Nunca la han visto castigar a sus niños, así que todos se quedaron sorprendidos el día en que Rosa castigó con una firmeza impresionante (quizás demasiada) a su hijo mayor por dar una bofetada a uno de sus primos. Todos pensaron que no era para tanto. ¿Porqué pensáis que Rosa actuó de esa forma?

 

 

 

 

 

  1. Los amigos del grupo de Paco están sorprendidos por la conducta de éste. Paco es el padre de un niño que exhibe una conducta tan mala que casi siempre está castigado y Paco es un padre riguroso y firme que no duda en dar un par de azotes a su hijo si se porta mal, cosa que sucede con mucha frecuencia. Sin embargo, el verano pasado, todos pudieron ver cómo el niño se portaba como de costumbre mal, mientras Paco permanecía sentado leyendo sin hacer caso al niño. ¿Qué le pasaba a Paco para actuar así?

 

  1. En una reunión de amigos, uno de ellos con más experiencia (tiene hijos mayores) le dice a otro que no debe premiar a sus hijos en exceso porque se vuelven mimados. ¿Está dando un buen consejo?

 

  1. Un grupo de parejas que quedan los viernes a tomar café, se sonríen siempre que piensan en Laura y Carlos. Son una pareja que tienen dos hijos de 7 y 9 años. Nunca les castigan porque están convencidos del buen comportamiento de sus hijos. Incluso cosas que castigarían la mayoría de los padres, ésta pareja no las considera faltas y simplemente las pasan por alto. Lo cierto es que desde fuera parecen una familia donde rebosa el amor y no parece haber tensión. ¿Están haciendo Laura y Carlos lo correcto?

 

  1.  Desde el colegio han llamado a los padres de Felipe, un niño de 10 años, para una entrevista. Al parecer Felipe se ha encerrado en los últimos tiempos dentro de sí mismo y se pelea con todos los amigos que antes prefería, su comportamiento es muy perturbador y su rendimiento ha caído en picado. La madre de Felipe está en estado y le quedan dos semanas para dar a luz. Además, se da la circunstancia de que el comportamiento de Felipe siempre ha sido malo, con lo que ha sido castigado en muchísimas ocasiones por un padre muy rígido. ¿Qué le sucede a Felipe?

 

  1.  Marta rompió a llorar desconsoladamente cuando su madre le dijo que este año no iría a los campamentos de verano. Esperaba con ansiedad este momento y estaba francamente excitada, pero en el último momento sus padres pensaron que no sería conveniente que fuera, sobretodo cuando en el colegio les habían dicho que este verano la niña tendría que recibir clases de apoyo. Le darían clases particulares. ¿Han tomado los padres de Marta una buena decisión?

 

  1.  El tío de Javier ha llegado de viaje para pasar unos días con la familia. Tras los saludos de bienvenida, le propone a Javier ir a pescar al pantano,  a lo que Javier responde excitado que iría con él, pero que está castigado. Su tío le pregunta que por qué, pero Javier no sabe qué responder. Dice que simplemente está castigado, así que su tío pregunta al padre de Javier, que responde: "¿Ah, si? ¿De verdad está castigado?...¡Algo haría....!". ¿Qué pensáis que está pasando en esta familia?

 

 

  1. El monitor de un niño de 8 años se ha quedado de piedra. Todos los niños estaban jugando a los "partidos quemaos" y cuando la pelota le golpeó en la pierna al niño y tuvo que ser eliminado, se quedó muy rígido, comenzó a llorar y a gritar desconsoladamente. Sólo se calmó cuando se le permitió quedarse en el juego. Su ansiedad se marchó tan repentinamente como había venido. ¿Qué le pasa a este nene?

 

  1. Los padres de Carlos y Malena tienen ideas muy extrañas sobre la educación. Unas veces, premian a sus hijos con alegría y abundancia. Otras veces, simplemente les dicen a los niños que su obligación es portarse bien, que no siempre van a recibir premios por lo que hagan, les dan un beso y les niegan los premios. ¿Está esta pareja llevando bien la educación de sus hijos?.

 

  1. Un madre tiene una costumbre muy habitual: siempre que recoge a los niños del colegio, les compra una bolsa de gusanitos. Todos los días la misma rutina. Un día la madre no llevaba dinero suelto encima y le pareció una estupidez cambiar un billete de 50 Euros para comprar los gusanitos, así que pasó de largo de la tienda. Se sintió muy sorprendida por la reacción de los niños, que lloraban con un sentimiento y sinceridad tal, que les duró varias horas de llanto inconsolable, como si se hubiera cometido una gran injusticia con ellos. ¿En qué se equivocó la madre?

 

  1.  Graciela ha observado que cuando lleva a sus hijos algún premio que ellos no se esperan (una chocolatina, pequeños juguetes de tienda de veinte duros, etc...) los niños saltan de alegría y se agarran a ella como si fueran las criaturas más felices del mundo. Esto no se repite mucho, porque Graciela sabe que si lo hiciera muy a menudo, los niños se acostumbrarían y a ella le gusta ver esa alegría desbordante. ¿Pensáis que es bueno sorprender a los niños de esa forma?

 

  1.  Una pareja ha decidido ser justa con sus dos hijos. Aplica  a los dos las mismas normas, reparte los mismos premios y los castigos son los mismos para los dos. Ante todo la justicia. Sin embargo, con el paso de los años, parece que un niño ha recibido muchos más premios (su conducta ha sido mejor) y el otro muchos más castigos (su conducta ha sido peor). Los padres han sido justos y cada uno ha tenido lo que se ha merecido, pero...¿Ésta es una buena forma de actuar?

 

  1.  El niño perjudicado por la justicia de los padres del ejemplo anterior odia a su hermano como consecuencia de todo lo que ha sucedido... ¿Qué podemos hacer para remediarlo?

 

  1. Un niño ha sido castigado con frecuencia, así que se ha acostumbrado a los castigos. No sólo se adapta a ellos, sino que parece buscarlos deliberadamente. Las padres están desesperados porque las bofetadas que el niño recibe son cada vez más fuertes y los padres están llegando al límite de lo que pueden soportar. El padre, que es el que suele pegar, está desesperado y casi deprimido. Ya no sabe qué hacer y se siente morir cada vez que debe azotar a su hijo... Ya está incluso utilizando la correa.

 

  1.  A Luisa parece no gustarle ya nada de lo que tiene. No es que su comportamiento sea malo. Nada de eso. Luisa tiene muchas cosas porque se ha portado siempre muy bien. Sin embargo sus padres están preocupados porque se sienta a ver la tele después de hacer los deberes y parece no interesarse por nada. Luisa tiene 9 años y pocas amigas. Casi todo el tiempo está encerrada en casa. ¿Qué podemos aconsejarle a los padres de Luisa?

 

  1. En casa de Pedro no se castiga a los niños. Pedro es un padre joven, con un único hijo de 4 años pero con las ideas claras. En las situaciones más tensas, siempre consigue salirse con la suya y cambiar la conducta del niño distrayendo al crío u orientándolo hacia otra actividad, pero no grita ni castiga. Cuando le preguntamos porqué casi nunca castiga, él dice tranquilamente: "No quiero quedarme sin munición cuando realmente haga falta".

 

  1.  Desde que Antonia estuvo en la consulta del psicólogo las cosas han empezado a cambiar: Ahora sus amigos la acusan de haberse vuelto una tacaña, ya que da premios a sus hijos con cuentagotas cuando antes eran los niños más mimados del colegio. Los niños ahora parecen portarse mejor ahora que reciben menos premios, que antes que siempre recibían uno. ¿Porqué funciona este recurso?

 

  1. Carlos lo tiene claro: simplemente le da igual que a sus hijos les interesen los premios o no. La conducta de sus hijos es buena y cuando es mala, lo importante es que el castigo sí les afecta. Carlos cree que el problema viene cuando a los niños les trae sin cuidado el castigo. ¿Tiene razón Carlos en su forma de pensar?

 

  1. A todos los adultos que la conocen les llama la atención el comportamiento de Iris, una niña de 8 años. Parece tener un pequeño lío con sus conductas: es impredecible: parece portarse bien en situaciones en las que cualquier niña de su edad perdería el control, y cuando es más fácil ser castigada, entonces se porta mal. No es coherente en su conducta. Parece actuar al azar. ¿Cuál creéis que puede ser el motivo?

 

  1.  Marcela tiene clara una cosa respecto a la educación de sus hijos: "Es mejor apretar primero y soltar la mano cuando quieras que no ser blando al principio y no poder apretar ya cuando se a necesario". ¿Compartís la opinión de Marcela?

 

  1. Pedro tiene tres hijos, pero si se le pregunta tienen dificultad en recordar el estado de premios o castigos que tiene cada uno de ellos. De hecho, no sabe qué conductas deben ser castigadas o premiadas y desconoce en qué cantidad y con qué cosas. Actúa, como casi todos los padres, por instinto, y la cosa parece ir bien de momento. El mayor de sus hijos no pasa de los 12 años. ¿Debería Pedro ser más ordenado, planificar mejor?

 

  1.  Paquito es un niño de 8 años muy espabilado. Cuando desea algo se lo pide a su padre y su padre le responde que se lo pregunte a su madre. A su madre le dice que papá está de acuerdo en concedérselo, así que la madre no tiene más remedio que aceptar. El padre se encuentra imposibilitado para negar la mentira de su hijo, porque realmente quería darle al niño lo que pedía. Así que Paquito se ha salido con la suya una vez más. Está aprendiendo a manipular a los padres. ¿Puede resultar peligroso este inocente juego?

 

  1.  Marisa está que se sube por las paredes. Cada vez que el niño regresa de estar con su padre, viene cargado de juguetes caros que ella no le puede comprar. Parece como si ella fuera la mala y el padre el bueno. ¡Si el niño supiera cómo es su padre....! . ¿Existe algún problema en esto?

 

  1.  La casa de los abuelos de Alejandro y Andrea es un paraíso para los niños. En casa de los abuelos pueden hacer lo que quieran, el abuelo siempre tiene caramelos para ellos, juegan con el perro de la abuela peinándolo y sacándolo a pasear. Hagan lo que hagan, nunca son castigados... ¿Es esto positivo o negativo?

 

  1.  Mario sólo tiene 10 años. Pero un día cogió alcohol de un cajón del armario del baño y llenó la pileta del lavabo con alcohol al que prendió fuego con un mechero viejo que un niño le dio en la escuela. Los padres sólo se dieron cuenta de lo que sucedía cuando empezó a arder la toalla del baño y el olor llegó al salón. El niño parecía asustado. El padre apagó el fuego con un trapo, sacó la toalla al patio y después propinó a Mario una serie de bofetadas de bastante calibre. Parece que se le fue la mano... ¿Qué pensáis vosotros?

 

  1.  Algunos padres y madres no parecen ser muy justos a la hora de premiar y castigar. No tratan por igual a todos los hijos y con frecuencia los premios son diferentes para todos, así como los castigos. De cada hijo hay cosas que aceptan y cosas que no, pero no son las misma sen todos. ¿Existe un problema en esta manera de actuar?

 

Es necesario trabajar con las familias

 

Con unas más que con otras, es cierto, pero imprescindible con todas. La forma en que se disciplina en la familia es muy importante. Muchos niños con tendencias violentas en el centro escolar y con problemas en el control de los impulsos, diferir la gratificación y tolerar la frustración, reciben en casa una educación deficiente relacionada con la administración asistemática de premios y castigos. No vendría mal que el educador informara a los padres sobre la forma más adecuada de hacerlo.

 

Nosotros hemos utilizado en muchos Centros de infantil y Primaria un tríptico informativo con buenos resultados. Esperamos que os sea de utilidad y que lo utilicéis como un recurso educativo más.

 

 

ORIENTACIONES PARA DE MADRES Y PADRES

Premios y castigos en la infancia.

 


El CASTIGO Y EL PREMIO SON NECESARIOS EN LA INFANCIA

 

1. ¿Es necesario premiar y castigar?

 

Por supuesto. Todos necesitamos saber que podemos conseguir cosas. Cuando cualquiera de nosotros hace algo bien recibe una recompensa en la mayoría de las ocasiones. Los adultos somos muy cuidadosos en realizar solamente tareas que puedan ser recompensadas. La recompensa puede ser un beso de mi pareja, el salario mensual, una sonrisa de mis hijos, un "piropo" de mi suegra, en fin, un montón de cosas.

 

Los niños también sienten lo mismo, así que debemos premiarles con frecuencia para que aprendan que tienen la capacidad de conseguir cosas gracias a sus acciones. Cuanto más fuerte sea esta creencia, más grandes serán las posibilidades de que formen una imagen positiva de ellos mismos. Por eso el premio es necesario.

 

Sin embargo, también es necesario que aprendamos cuáles son los límites de lo que podemos hacer. Para conseguir eso, no hay más remedio que aprender a las malas, es decir, mediante el castigo. Es decir, si un niño hace algo que está mal y no es castigado, incorpora esa conducta a su repertorio y cada vez que la realiza es más probable que la vuelva a repetir. Con cada vez, la conducta negativa se hace más y más fuerte porque nadie le ha enseñado que no debe realizarla. Por eso el castigo es necesario.

2. ¿Es complicado premiar y castigar?

 

En realidad, las formas de premiar y castigar son muchas, pero todas se basan en dos acciones: poner y quitar.

 

-         Si quito un castigo que el niño está cumpliendo, eso es un premio.

-         Si quito un premio o la posibilidad de obtenerlo, eso es un castigo.

-         Si pongo un castigo directamente, eso es un castigo.

-         Si pongo un premio, eso es premiar, claro.

-          

Por eso, en muchas ocasiones, cuando creemos que estamos castigando, en realidad lo que sucede es que estamos premiando otras conductas que no habíamos tenido en cuenta. Por ejemplo:

 

Dos hermanos están en la cocina haciendo los deberes ayudados por su madre, pero uno de ellos no deja de molestar al otro, hasta el punto en que la madre pierde la paciencia y castiga al niño mandándolo a su habitación. ¿Es realmente un castigo?. Si tenemos en cuenta que el niño cuando llega a su habitación se pone a jugar con la Game-Boy, lo que hemos hecho ha sido premiar al niño su mala conducta en la cocina, ya que lo hemos premiado retirándole de la actividad que menos le gustaba: estudiar. La próxima vez ya sabe lo que tiene que hacer para librarse de los deberes.

 

 

 

ES MÁS COMPLEJO DE LO QUE UNO PIENSA.

 

Y en otras muchas ocasiones un premio puede significar el castigo de otra conducta oculta y positiva. Imaginemos el siguiente caso:

 

Un niño por fin entiende que debe leer un ratito al día, así que ayudado por su madre comienza la lectura de una bonita versión del "patito feo". Cuando va por la mitad su padre llega de trabajar y le dice que como se ha portado tan bien esta semana se puede venir con él de paseo con los perros por el campo. En ese momento, la lectura es interrumpida inmediatamente sin que la madre lo pueda evitar y el niño sale corriendo a la calle con su padre. La conducta de leer se ha visto castigada por el premio del padre. El niño desarrolla la idea de que la lectura es una actividad secundaria mucho más aburrida que pasear por el campo. Ha sido un "premio con trampa".

 

En definitiva:

 

Los premios y castigos pueden tener efectos sorprendentes, ya que están influidos por muchos factores como la cantidad, el momento, la duración, las consecuencias, los antecedentes, las cosas que siguen a ellos, etc...

 

3. ¿Qué tipos de premios hay?

 

 

Los mejores premios que puedo dar son los positivos: Un niño hace algo bien y yo lo premio por ello inmediatamente. Así de sencillo y cuanta más sencillez mejor. Sin embargo, hemos complicado un poco las cosas a lo largo de la historia y ahora hay muchísimas formas de premiar y algunas muy sutiles, tanto que a veces metemos la pata. Algunas son:

 

-El premio diferido: No premio en el momento: prometo dar el premio cuando en el futuro pase algo: si te portas bien, te traeré un pastel.

 

-El premio constante: Premio mientras se esté produciendo una conducta, pero cuando se deja de producir lo retiro: mientras el niño saca buenas notas le compro lo que pide, cuando deja de hacerlo ya no le compro nada.

 

-El premio negativo: El premio es la retirada de un castigo: Encerrar al niño en su habitación hasta que no se aprenda la tabla del nueve.

 

LO MEJOR, SIN NINGUNA DUDA ES LA SENCILLEZ

 

4. ¿Qué tipos de castigos hay?

 

 

El mejor castigo que hay es el directo, inmediato y "doloroso". Consiste en castigar al niño inmediatamente después de una conducta negativa. El castigo consiste en algo que al niño no le gusta en absoluto (de ahí que sea "doloroso"), aunque por supuesto no tiene por qué ser dolor físico. Lo simple y sencillo es lo que mejor funciona, sin embargo también con el castigo hay complicadas variedades:

 

-El castigo diferido: "Cuando lleguemos a casa te vas a enterar"

-El castigo constante: Consiste en la acumulación de castigos uno sobre otro, sin haber cumplido el anterior. En esta situación los castigos se acumulan hasta que ni los padres ni los hijos saben exactamente porqué están siendo castigados ni cuándo finaliza el castigo.

 

-El castigo negativo: Consiste en la retirada de un premio que se concedió anteriormente. Es una barbaridad porque al hacer eso juntamos dos conductas independientes.

 

En realidad castigamos la negativa, pero también la positiva, porque no damos oportunidad al niño de que disfrute el premio que obtuvo con su conducta positiva. Es un castigo de una conducta positiva,  es decir: una barbaridad.

 

EL MOMENTO DE APLICAR EL CASTIGO ES MUY IMPORTANTE

 

5. ¿Cuándo hay que castigar?

 

Siempre que estés convencido de que es necesario.

 

Cada padre o madre tiene una ventana de aceptación de las conductas de sus hijos. Hay padres que la tienen muy grande, así que aceptan muchas cosas que otros no aceptarían. Hay otros que tienen esta ventana muy pequeña, así que son severos porque hay pocas cosas que acepten de sus hijos.

 

En realidad esto no se puede cambiar porque cada uno tienen una visión de lo que debe ser la educación de sus hijos, así que no hay nada que podamos hacer excepto asegurarnos de que el castigo, cuando uno está convencido de que hay que aplicarlo, sea aplicado con corrección.

 

NO EXISTE EL RIESGO DE PREMIAR EN EXCESO

 

6. ¿Existe el riesgo de premiar en exceso a los niños?

 

Nada de eso. Cuantos más premios mejor. Ya hemos hablado antes sobre la capacidad de los premios para aumentar la autoestima. Premiad siempre que podáis y queráis hacerlo. Un niño no tiene porqué hacer algo para recibir un premio. Podéis premiar al propio niño independientemente de su conducta y esto es incluso positivo porque los premios que no están sometidos a "un trato" son interpretados como más sinceros por el niño.

 

El problema sobreviene cuando jamás se castiga o no se castiga lo suficiente. Entonces el niño puede desarrollar la idea de que haga lo que haga será premiado y tendremos un niño mimado. No hay límite para los premios, pero sí hay un mínimo de cosas que debéis castigar con firmeza.

 

7. ¿Y si mi nene es tan bueno que nunca lo tengo que castigar?

 

Entonces eres un padre o madre afortunado y serás feliz en una familia sin castigos. En este caso ¿qué vas a castigar?

 

8. ¿Y si mi nene es tan malo que siempre está castigado?

 

Peligro. Si el niño está en una situación de castigo constante, hay un peligro real de que desarrolle una depresión que quizás se enquiste hasta la edad adulta. Cuando un niño es castigado constantemente, sea cuál sea su conducta, su autoestima disminuye a límites muy peligrosos y desarrolla una personalidad antisocial sintonizada con el trato que recibe. Nadie debería ser castigado más de la 3ª parte de lo que es premiado. Como los buenos Vermout: una parte de castigo y dos partes de premio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

MUCHO CUIDADO CON LOS CASTIGADOS PERMANENTES

 

9. El momento oportuno de castigar no se me ha quedado claro

 

A tu criterio. Ya que cada niño, situación, padre-madre y conducta son diferentes, los psicólogos no podemos dar una receta que sirva para todos los casos. Sin embargo, debes tener en cuenta las siguientes reglas:

 

-         Siempre castigar justo cuando la conducta se esté realizando o recién hecha. Cuanto más tiempo pase entre la conducta y el castigo, peor.

-         Nunca castigar si el impacto psicológico sobre el niño va a ser demasiado fuerte. Un ejemplo: si un niño desea con todas sus fuerzas ir a la playa y justo cuando llega lo castigamos por una mala conducta, la frustración que el niño siente es tan grande que se superpone a los efectos del castigo, así que corremos el riesgo de dañar psicológicamente al niño en una situación en la que el castigo no es útil.

-         No diferir el castigo. Los niños olvidan pronto que deben ser castigados por algo que hicieron horas atrás. En general, cuanto más pequeños son, más limitada es su capacidad de asociar cosas en el tiempo. Si diferimos el castigo les parecerá que son castigados injustamente.

 

 

 

 

 

 

 

10. ¿Qué duración debe tener un castigo?

 

Los castigos deberían ser cortos, muy específicos y "dolorosos". Un castigo corto es más fácil de aplicar, es entendido mejor por el niño y deja más tiempo para que el niño demuestre que ha entendido lo que se espera de él. No me gusta cuando los niños me comentan en el gabinete que "están castigados" cuando ni siquiera recuerdan el motivo. Un castigo debe ser lo suficientemente molesto para el niño como para que se piense dos veces si le compensa recibirlo a cambio de portarse mal.

 

MEJOR CASTIGOS CORTOS

 

11. ¿Debo darle cosas a mis hijos siempre que las piden?

 

En absoluto. Si hicieras eso, los niños aprenderían a pedirte cosas siempre porque siempre estás receptivo/a. Los niños no aprenderían a diferir la recompensa ni a "aguantarse", habilidad la de aguantarse (en realidad, tolerar la frustración) fundamental para la vida adulta.

 

De hecho, debes negar cosas casi en la misma proporción que las concedes y siempre dependiendo de tu criterio. El niño debe aprender que eres tú quién gratifica y que a ti te lo debe. Tú tienes la autoridad.

 

DEBES ACOSTUMBRAR A TUS HIJOS A LA FRUSTRACIÓN

 

 

 

 

 

 

 

 

En ocasiones da muy buenos resultados aplicar la siguiente táctica: Da premios sin que los niños lo esperen (sólo a veces, claro y con no mucha frecuencia). Sorpresas que no se pueden asociar a conductas y que encantan a los niños que no esperaban nada. Tú lo has hecho porque sí. A eso los niños lo llaman magia.

 

Además, debes recordar que los niños tienden a "consolidar sus derechos", son especialistas, de hecho en el Derecho Adquirido Por Costumbre.

 

Esto quiere decir que si siempre a la salida del cole, les compras un huevo Kinder, no debe sorprenderte que lo exijan muy ansiosos si un día no lo tienen.

 

12. ¿Quiere esto decir que no debo comprarle el huevo?

 

Muy al contrario, cómpralo pero no siempre. Debes acostumbrar a los niños a la frustración, a que toleren cierta incertidumbre en su entorno; pero no tanta que no sean capaces de elaborar hipótesis de cómo funciona el mundo. No los confundas pero tampoco los engañes haciéndoles creer que el huevo siempre estará disponible.

 

13. ¿Cómo tiene que ser un castigo de intenso?

 

 

No sé. ¿Cuánto castigo puede aguantar tu hijo?, ¿Cuánto castigo estás dispuesto/a a infringir sin sentirte culpable? ¿Cómo de grave ha sido la falta?.

 

En líneas generales, la intensidad de los castigos sintoniza con la ventana de aceptación que vimos anteriormente. Es posible que los padres y madres más severos sean los que castigan con más intensidad. Para un niño acostumbrado al castigo, un castigo no es demasiado intenso si lo comparamos con el efecto que produciría en un niño no acostumbrado al castigo.

 

CUIDADO AL CASTIGAR A NIÑOS MUY SENSIBLES

 

Por otro lado, la intensidad depende de quién aplique el castigo. Muchos castigos son percibidos como más intensos por los niños cuando los aplican las personas a las que tienen más aprecio.

 

Además, hay que tener en cuenta una proporción en el castigo: si por que un niño derrame la leche en la cama le vuelves la cara del revés de una bofetada...¿Qué harás cuando pele al cero a su hermana pequeña? ¿Lo tirarás por la ventana?.

 

Sea cuales sean tus criterios personales sobre la intensidad del castigo, debes tener en cuenta las siguientes normas:

 

-         Nunca te aproximes al umbral marcado por lo que el niño puede tolerar. Con esto incluyo el chantaje emocional, los insultos, gritos y todo lo considerado como "castigo psicológico".

 

-         Mantén siempre un criterio de proporcionalidad. Para que te hagas una idea y tengas una referencia, simplemente imagina un castigo mínimo para una conducta negativa mínima y un castigo máximo para una hipotética conducta horrorosa. Te moverás por la línea trazada entre estos dos polos.

 

 

 

 

 

 

 

 

14. ¿Si premio a un hermano, debo premiar al otro también?

 

 

Pregúntate el motivo de porqué has premiado al primero. ¿Ha tenido algo que ver el otro en el buen comportamiento de éste? ¿No? ¿Entonces, por qué lo vas a premiar? ¿Acaso castigas a los dos cuando uno de ellos se porta mal?.

Sólo hay una excepción a este punto de vista: La magia

 

En los casos de premios arbitrarios (ese invento que vimos antes de darle a los nenes premios sin que lo esperen ¿recuerdas?), todos los hermanos reciben el mismo premio, porque el hada buena los quiere a todos por igual.

 

CUIDADO: REVISA TU VENTANA DE ACEPTACIÓN

 

15. ¿Qué pasa si uno de ellos es muy bueno y el otro muy malo?

 

 

En este caso, te diría que eres algo miope. Te estás equivocando porque ningún niño es totalmente bueno ni totalmente malo. Estás prejuzgando a tus dos hijos y lo que sucede es que uno de ellos siempre recibe el castigo y el otro casi siempre pasa por bueno. En realidad hay una situación grave y potencialmente conflictiva:

 

1º. El que siempre es castigado acaba creyendo que, haga lo que haga, no podrá demostrar su bondad, así que decide asumir el papel de malo que a fin de cuentas es el que le han dado. Ahora ya has conseguido tener razón.

 

2º. Además, desarrolla unos celos tremendos hacia el hermano más favorecido: el bueno. Ya tenemos el "complejo de Caín" en marcha y lo has puesto a funcionar tú.

 

La pregunta que no formulas y que yo si pondré en tu boca es la siguiente: ¿Cómo es posible que pase esto si para un padre o madre todos los hijos son iguales?

 

Otra vez es la ventana de aceptación la que puede explicar esto:

 

La cosa es sencilla: tenemos una ventana de aceptación diferente para cada uno de nuestros hijos. Nadie sabe qué es lo que la construye más o menos ancha, pero tendemos a ser más severos con algunos de nuestros hijos sin poder evitarlo y más permisivos con otros. Sin embargo esto nos da una pista.

 

-         Yo de ti tendría en cuenta de que si un niño es castigado muy frecuentemente, quizás se deba a que eres demasiado rígido y severo con él. La culpa no es del niño, seguramente será tuya por tener una ventana para él muy chiquitita.

 

TEN EN CUENTA EL EFECTO DE HABITUACIÓN

 

16. ¿Es posible que a un niño no le afecte ningún castigo?

 

 

No, es imposible. Todos los seres vivos nos movemos por impulsos. El impulso que guía nuestra conducta es la necesidad. En otras palabras, si tenemos la suficiente hambre, la promesa de un bocadillo puede hacer moverse a cualquiera.

 

Lo que sucede es que hay un límite para los castigos que puedo aplicar a cualquier niño. Sería contraproducente dejar a un niño un día entero sin comer por no haberse tomado la leche del desayuno.

Así que cuando los castigos son utilizados de forma habitual se produce un efecto de habituación por parte del niño; es decir: se adaptan al castigo, así que para poder modificar la conducta y que el castigo siga "fastidiando" al nene, tenemos que subir la intensidad. De esta forma cada vez que castigamos "desgastamos el castigo" hasta que nos aproximamos al punto en que no puedo castigar más porque lo siguiente sería partirle la cara al crío, cosa no demasiado pedagógica. El niño se ha adaptado progresivamente y se ha acostumbrado a convivir con el castigo.

 

No es que haya niños a los que el castigo no les afecta. Simplemente hay niños que se han adaptado a convivir con el castigo porque para ellos no hay otra cosa.

 

Ellos piensan que la vida consiste en mantener esa dinámica de malas conductas y castigos.

 

17. ¿Sucede lo mismo con los premios?

 

Si, en realidad el efecto de habituación también se produce en el caso de los premios: hay que ir subiendo la dosis.

 

18. ¿Qué podemos hacer en el caso de que el niño se acostumbre al castigo o al premio?

 

 

Bueno, son dos cosas diferentes. Vayamos por partes:

 

1º. En el caso de la habituación al castigo.

 

Si el niño se ha acostumbrado al castigo, seguro que está siendo castigado con demasiada frecuencia, así que lo que debemos hacer es retirar completamente el castigo. Durante un tiempo no será castigado bajo ningún concepto. En este tiempo libre de castigo el niño se sentirá desorientado porque no se le está tratando como acostumbra, así que es posible que incluso se porte aún peor. Eso durará poco, ya que pronto subirá su autoestima y comenzará a descubrir que es mucho mejor portarse bien para conseguir premios, que después de todo él es capaz de ser un niño bueno.

 

2º. En el caso de la habituación al premio.

 

En este caso, el niño exige más y mejores premios, lo que nos demuestra que en realidad su conducta está controlada exteriormente, es decir: el niño es como un autómata que hace las cosas sólo para conseguir premios. Lo que debemos hacer es premiar unas veces sí y otras no la conducta adecuada, de manera que el niño nunca sepa con certeza cuando va a ser premiado. Al principio la frecuencia de premio será alta (muchas más veces recibirá premio que veces no lo recibirá), pero irá bajando hasta llegar a la mínima (muchas más veces no recibe el premio que veces lo recibe).

 

19. ¿Y que pasa cuando al niño no le gusta nada como premio?

 

 

Esta situación es muy común en estos tiempos, pero engañosa. Parece que no le gusta nada y que por lo tanto, no podemos premiar nada. Aparentemente le da igual lo que podamos ofrecerle o no. Esta situación se produce cuando el niño vive en un entorno en el que consigue prácticamente todo lo que quiere sin mucho esfuerzo. Sabe que tarde o temprano el premio prometido será para él pase lo que pase y que eso no depende de su comportamiento, sino del tiempo y los niños tienen todo el tiempo del mundo. Su reloj funciona mucho más despacio que el de los adultos y por eso no necesitan portarse bien.

Parece que nada les gusta pero en realidad lo tienen todo, así que carecen del impulso necesario.

 

LA COHERENCIA ES FUNDAMENTAL AL PRINCIPIO

 

20. ¿Es importante que siempre se premie o castigue  de la misma forma?

 

 

No. Puedes permitirte el lujo de premiar la misma conducta con diferentes premios, de dar los premios unas veces sí y otras no, puedes incluso premiar cosas que jamás has premiado, y lo mismo sucede con los castigos.

 

Pero...¡atención!, esto sólo lo podrás hacer cuando la conducta que pretendías aumentar (premiar) o reducir (castigar) esté firmemente establecida y el niño sea perfectamente consciente de las reglas del juego.

 

Si un niño pega a su hermana o le tira del pelo, siempre que lo haga deberá ser castigado de la misma forma hasta que aprenda a predecir las ineludibles consecuencias de su mala acción. Por eso decimos que el castigo en estos momentos es "necesario" (es decir: que llega siempre y todas las veces). Aplicamos el dicho: "siempre que sucede igual, ocurre lo mismo".

 

Sin embargo, una vez que el niño lo tiene claro, podemos relajarnos e introducir variaciones, castigar unas veces si (como "dosis de recuerdo") y otras no (para no tener que castigar demasiado).

 

SI NO PLANIFICAS, TODO ACABARÁ EN DESASTRE

 

21. Es decir... mejor "meterlos en cintura" al principio.

 

 

 Si, se podría decir así... Siempre y cuando el niño no tenga más de 9 años, porque a partir de los 10 u 11 años, el niño va a desarrollar una fuerte resistencia a las figuras de autoridad y las imposiciones de ese tipo.

 

22. ¿Qué pasaría si decidiera no premiar ni castigar planificadamente?

 

Tu casa se convertiría en un infierno, porque los niños no sabrían a qué atenerse, no tendrían referencias para desarrollar la noción de lo que está bien y lo que está mal, con lo que su sistema de valores morales simplemente sería muy extraño y caótico, siempre y cuando existiera, lo que no es muy probable. Tu casa sería un estanque infernal, donde el pez grande se come al chico.

 

La necesidad de planificar la intervención cuando se trata de premios y castigos es fundamental. Algo crítico. Todo debe ser planificado de antemano y corregido sobre la marcha. No puedes sorprenderte una mala conducta de tu hijo sin que tengas preparado un castigo apropiado aplicado en el momento oportuno, de la forma adecuada y durante el tiempo preciso. De igual forma, debes tener siempre preparado el premio justo para la conducta positiva de tu zagal.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

23. Entonces...¿Es importante que mi pareja piense como yo?

 

Es imprescindible que los dos estéis de acuerdo en todo lo relacionado con los premios y castigos; y sobre todo con la ventana de aceptación. Como esto es realmente difícil, al menos no debéis quitar autoridad a vuestra pareja. Si ha dicho algo, dicho está: después, en la intimidad de la alcoba podéis discutir hasta haceros sangrar la lengua. Tratad siempre de llegar a un acuerdo.

 

Los niños son especialmente sensibles al desacuerdo y son especialistas en explotarlo. No deis a los niños armas para que puedan atacaros.

 

Os atacarán porque son niños y están indefensos en el mundo: su naturaleza se asemeja más a la de un superviviente utilizando cualquier recurso a su alcance para mejorar sus condiciones de vida.

 

24. ¿Y si estoy divorciado y mi "ex" se lo concede todo para ganarse su cariño?

 

Bueno, son dos cosas diferentes:

 

-Por un lado tu "ex" se lo concede todo: es su problema y tu no puedes hacer nada para impedirlo. Es posible que los niños sean egoístas y quieran muchas cosas. Es posible que incluso lo comparen con lo que haces tú.

 

Pero que no te quepa duda que saben también cuándo son comprados y para la inmensa mayoría de niños vale mucho más un beso tierno y cálido de buenas noches que todas las camisetas del Real Madrid del mundo (aunque sea la de Beckham).

 

-Por otro lado, está muy bien que el otro u otra trate de ganarse el cariño del que también es su hijo y que de esta forma el niño se sienta querido por los dos... ¿o eso te importa también?.

 

25. Bueno...¿Y qué me dices de los abuelos?...¡Se lo dan todo!

 

Y menos mal que lo hacen...

 

Resulta muy conveniente el asunto de los abuelos y cuando eres un niño, piensas que tu abuelo siempre te da cosas y te encanta saber que tienes un lugar, una persona que siempre te sonríe y te saca caramelos de las orejas, pase lo que pase.

 

Los abuelos son, como dicen los niños que juegan al pillao, "casa" y es fenomenal que sea así. No riñas a tu padre o tu madre porque mime a tu hijo. Los críos saben de sobre que lo del abuelo o la abuela es algo extraordinario, fuera de lo normal y nunca lo comparan realmente con la forma en que tú los tratas.

 

 

 

 
 Gentileza de Ana Alegre